jueves, 22 de diciembre de 2016

Inspira e inspírate.

Dícese inspiración al estímulo o lucidez repentina que siente una persona y que favorece la creatividad, la búsqueda de soluciones a un problema, la concepción de ideas que permiten emprender un proyecto, etc.

Los adultos erramos muchas veces en la educación que ofrecemos a los que están a nuestro al rededor, incluso en la nuestra propia, ya que muchas veces damos por hecho que los demás deben saber hacer las cosas bien
Damos por hecho que nuestro compañero/a sabe comunicarse de manera correcta: sabe ser puntual, sabe ser ordenado/a, etc; sólo porque nosotros ya sabemos hacerlo. Entendemos que ésto es una ley inmutable y que si los demás no se comportan como nosotros creemos que es debido es porque no quieren hacerlo. Por lo tanto los etiquetamos de vagos, descuidados, incluso malos y la mayoría de las veces, casi todas, esas etiquetas no corresponden con la realidad. Nos equivocamos, constantemente, y ésto no es más que un producto de nuestra imaginación, desconocimiento y arrogancia.
Podríamos decir que en un mundo ideal el mayor objetivo de educación sería enseñar calidad humana, como bien expone Rafael Santandreu en su libro "las gafas de la felicidad": cómo ser mejor persona,cómo entablar relaciones de amor y colaboración entre los demás. Asignaturas en un sistema de indudable prioridad. Pero el mejor ideal para esta sociedad es el de apreciar "el saber" como herramienta para el bien común, para divertirse, no para competir. 




¿No sería ésta una buena forma de afrontar nuestro día a día?
Ni que decir tiene que no existe mejor forma es predicar con el ejemplo, no se me ocurre mejor manera de enseñanza, de inspiración, así me lo han demostrado.
Sugiramos el cambio, y no de cualquier forma no, si no un cambio de forma voluntaria: los seres humanos adquirimos fácilmente aquellos aprendizajes y, en consecuencia, hábitos que nos generan bienestar, que nos hacen sentir bien. Identificar este esquema mental es complicado dadas las características personales, pero está demostrado que las actividades voluntarias que proporcionan mérito y nos otorgan orgullo personal son más fáciles de realizar, y es por ello que el nivel de productividad personal aumenta a niveles sorprendentes.




Para todo hay que empezar, inspira a los demás como ellos te inspiraron a ti, la inspiración existe, no obstante se encuentra trabajando.






Alba Baz Graña, 22 de diciembre de 2016.


martes, 13 de diciembre de 2016

La tintineada falta de "empatía laboral".

Lo que conozco de la vida humana se construye en base a conflictos de ideas, necesidades, sentimientos, deseos y circunstancias, y todos éstos de forma diferente e independiente a cada individuo. En nuestro sistema laboral cada vez es mas visible éste tipo de conflictos internos que conforman también nuestro día a día. Son muchas las veces que nos consolamos con la frase "al que juzgue mi camino le presto mis zapatos" pero: 


¿podrías identificar las ocasiones en las que has empatizado realmente con tu compañero, superior o incluso gerente y viceversa dentro del mundo laboral?

El poder de la empatía en el ámbito laboral cada día se hace más notable y necesario en una generación que no perdona el maltrato emocional que algunas circunstancias generan en el semejante. La arrogancia y la soberbia se han convertido en las protagonistas, en muchas ocasiones, de organizaciones formadas, sin lugar a dudas, por personas humanas donde su cometido se caracteriza por mantener relaciones interpersonales de forma errónea. Cuando éstas relaciones se mantienen de una forma sencilla y educada prima un clima sano, donde se incrementa la productividad, las relaciones laborales y el bienestar entre sus contribuyentes, mientras que de otra manera la integridad suele quedarse en un segundo plano fomentando relaciones tóxicas y de mal gusto. 
La falta de empatía la asociamos a un individuo con personalidad narcisista, es decir, siguen un patrón de grandiosidad conductual, con una enorme necesidad de recibir admiración por parte de los demás provocada por la propia arrogancia y soberbia ya inherentes. No quedándose satisfechos con estas características, presentan signos de creerse dignos de merecer lo mejor del resto de personas que les rodean. Son capaces de dedicarse plenamente a sus intereses, de forma exclusiva y poco comprometida con su entorno, lo que provoca una epidemia de malestar a su alrededor, generando una disputa y competitividad continua entre los diferentes profesionales. Ésta forma de maltrato emocional hace que empiece a existir de manera cada vez más extendida la conciencia sobre éste problema, ya que las consecuencias que acarrean suelen agravarse con el tiempo.

Tenemos que adecuarnos a la sociedad en la que vivimos y ésta es, dentro de una economía intangible, donde nuestros empleados, ejecutivos y profesionales en general, necesitan más que nunca escuchar, entender y responder a una serie de necesidades en constante cambio por parte del consumidor, cliente y empleado de nuevo. En definitiva, necesitan empatizar. El problema es que la necesidad de cambio se interrumpe por el temor ferviente de las muestras empáticas que atribuyen la imagen incorrecta de debilidad y vulnerabilidad, chocando con las características ideológicas de liderazgo. 


Además, ¿de qué manera podemos cuantificar el nivel de empatía personal que ejerce y posee una organización?

Es complicado sacar datos totalmente objetivos, pero podemos analizarlo de forma cualitativa y teniendo en cuenta las siguientes dimensiones sociales: ética de la empresa, la forma de liderazgo, su cultura empresarial, la percepción de la imagen de la marca y las menciones en los medios sociales. También podemos utilizar información privada, incluyendo incluso las propias valoraciones que hacen los empleados de su empresa, el número de infracciones y escándalos contables. 

De cualquier forma, la buena noticia es que esta epidemia social se puede erradicar y la idea nace del buen liderazgo y del fomento y aprendizaje que éste le ofrece a sus compañeros, donde la transparencia hace tiempo que dejó de ser una alternativa.



“Las tres cuartas partes de la miseria y malos entendidos en el mundo terminarían si las personas se pusieran en los zapatos de sus adversarios y entendieran su punto de vista”.
-Mahatma Gandhi.




Alba Baz Graña,  13 de diciembre de 2016.


lunes, 5 de diciembre de 2016

Comienza aprende, educando: Me conozco.

Querida Alba del año 2030:

Si mis cálculos son correctos por aquel entonces estarás cerca de cumplir tu cuadragésimo cumpleaños. 
No es que me sea agradable visualizar todas nuestras opciones, solo espero que para entonces puedas recibir el siguiente recordatorio que va dedicado con un toque de crítica, cariño y aprecio.

Dejaste de escribir, cuando todavía disponías del periodo sensible correspondiente a tu edad adolescente: ese momento evolutivo en el que tus capacidades y funciones se hallaban en su mejor momento para poder adquirir mayor conocimiento y desarrollo. Ambas sabemos que la falta de voluntad y los quehaceres de la vida cotidiana pudieron contigo. Es una lastima que pasado ese periodo fuera más difícil, y que pasado el momento fuera más costosa la conquista de muchas aptitudes.
De todos modos no ha ido tan mal, no me mal interpretes, recuerda que soy esa persona ignorante de mucho pero que intenta aprender de lo necesario. Tampoco es mi intención reprocharte de la misma manera y las mismas cosas que hicieron que te desalentases... Ahora no dispongo de mucho tiempo, recuerda también que intento estudiar a la vez que labrarme un futuro de la mejor forma posible.

No obstante, quiero retomar la terapia de la escritura y empezar de esta manera: Me conozco. Conozco que al mal tiempo tienes que ponerle buena cara, que después de la tormenta siempre llega la calma, pero que al fin y al cabo las cosas nunca cambian. Que todo lo que sube baja, pero que agua pasada no mueve molinos. También conozco que todo el mundo merece una segunda oportunidad, pero que las terceras partes nunca fueron buenas; que quien tiene boca se equivoca y que rectificar es de sabios. Conozco que querer es poder y que hace más quien quiere que quien puede, pero que quien todo lo quiere todo lo pierde, además que de donde no hay no se puede sacar. Conozco que quien no arriesga no gana, que quien la sigue la consigue y que no por mucho madrugar amanece más temprano pero que a quien madruga Dios le ayuda. Que si te pica te rascas, que todo lo que escuece cura. También conozco que no hay más ciego que el que no quiere ver, que a palabras necias oídos sordos pero que a buen entendedor pocas palabras bastan. Que la confianza da asco y que quien no corre vuela. Conozco que las apariencias engañan y que, por supuesto, no es oro todo lo que reluce. Me conozco, y se que todo esto te reconforta, que al final el sentido de las cosas es el que tu quieras otorgarle y para ti éstas palabras ya significan mucho.
Me conozco, y se que te gustará recordar la fábula que encontraste en un libro que te regalaron una vez, alguien muy querido, "las gafas de la felicidad", ¿recuerdas? de un reconocido psicólogo catalán. 
Disfrútala, me conozco y se que vas a tenerla siempre presente:


Mientras caminaba por unas montañas solitarias, el sabio Nasrudín descubrió una piedra preciosa. ~¡Qué suerte!~, pensó, y decidió que la vendería en el mercado de su ciudad. Con su valor, podría comprarse una gran casa con terreno y corrales para el ganado. Con esos pensamientos, la metió en una bolsa de viaje.
Al día siguiente, se topó con otro viajero. Se trataba de un hombre pobre, que vagaba por el mundo sin esperanza. Sin pensarlo, Nadrudin abrió el bolso para compartir sus alimentos con el. Tras recuperar las fuerzas, dijo el viajero:
- Señor, he visto un gran brillo en el interior de vuestra bolsa. ¿Qué lleváis ahí dentro?
- Es una piedra preciosa que encontré ayer en las montañas - respondió el sabio-. Con ella, compraré una hermosa morada.
- ¡Qué buena suerte! Nunca seré yo tan afortunado.
Nasrudin se rasco la cabeza y en uno de sus típicos gestos de generosidad, sacó la piedra y se la ofreció al viajero. 
- ¡No me lo puedo creer! Sois el mejor hombre que he conocido nunca- gritó emocionado el pobre. El viajero reanudó su ruta, feliz con su nueva fortuna, y Nadrudin puso rumbo a su cuidad, ya solo un día de camino. Pero al cabo de unas horas, nuestro sabio oyó gritos a su espalda. Era el viajero de nuevo, acalorado y lleno de excitación: - Señor, he estado pensando acerca del valor de esta piedra y quería devolvérnosla. Lo hago con la esperanza de que me deis a cambio algo que poseéis y que es mucho más valioso. 
Nasrudin lo miró sorprendido y expectante. El pobre continuó diciendo: - Quiero que me deis eso que os permitió regalarme esta piedra preciosa sin dudarlo ni un instante. 



Me conozco y se que no olvidarás que la obra humana más bella es la de ser útil al prójimo. Ahora estoy entre manos de algo importante y voy a hacer que ese algo merezca la pena... Agradezco a la vida por la familia que tengo, a las lecciones que me dio para elegir fervientemente a mis amigos. Agradezco también la confianza y la oportunidad que Francisco Javier Tapia me brinda desde hace unos meses para crecer personal y profesionalmente. Hasta entonces te deseo suerte Alba, mucha fuerza y todo el cariño que uno puede y merece tenerse así mismo.


Alba Baz Graña, diciembre de 2016.