jueves, 23 de marzo de 2017

La importancia de la autonomía emocional.

Desde mi humilde conocimiento y punto de vista experiencial defino la autonomía emocional como la capacidad de sentir, pensar y tomar decisiones por sí mismo. En contraposición de la inteligencia emocional resulta fácil identificar al término de “dependencia emocional”. Tenemos que tener conocimiento de estos elementos porque es muy importante para la conciencia y el mantenimiento de un estado de ánimo positivo, evitando que los estímulos negativos provoquen conductas inadecuadas relacionadas con la agresividad o la pasividad en numerosas circunstancias de nuestro día a día. 

Cuando se obtiene una correcta autonomía emocional uno vive de acuerdo con su «teoría personal sobre las emociones» y demuestra lo que se denomina autoeficacia emocional, que está en consonancia con los propios valores morales. Por ejemplo, cuando una persona injustificadamente me ofende, insulta, provoca, etc., mi predisposición tiende a responder de manera reactiva. Sin embargo, la autonomía emocional nos debe llevar a permitir ser lo suficientemente autónomos emocionalmente para decidir conscientemente la emoción que queremos experimentar (autoeficacia emocional) y sobre todo, vamos a ser nosotros quien decidamos conscientemente la conducta que vamos a adoptar ante la situación y ante la emoción que sentimos.


Dicho ésto, debemos tener en cuenta que la autonomía emocional se sitúa en un punto equidistante entre la desvinculación afectiva y la dependencia emocional. Tanto la desvinculación como la dependencia emocional son dos extremos que pueden causar dificultades en las relaciones con los demás. 

Por un lado, la vinculación afectiva es la capacidad humana de establecer lazos afectivos con otros seres humanos. Estos lazos se construyen y mantienen mediante las emociones. La vinculación afectiva es dinámica, varía a lo largo del tiempo. En unos momentos se está vinculado a unas personas y en etapas posteriores la vinculación es con otras. Esquemáticamente se puede decir que en la infancia la vinculación es con la figura de apego, en la adolescencia con los compañeros y en la vida adulta con la pareja. Lógicamente, hay muchas situaciones que no se ajustan a este esquema general. 
Además, una vinculación afectiva exagerada puede conllevar a sufrir una dependencia emocional, que se caracteriza por unas excesivas demandas afectivas donde prevalecen la sumisión y la idealización del otro

Por otro lado, la desvinculación afectiva se caracteriza por la incapacidad para establecer relaciones afectivas con otras personas. Se observa que una persona puede tener una desvinculación con personas conocidas (por ejemplo, padres), pero mantener una vinculación con otras en su defecto (compañeros). En este caso se trata de «vinculación selectiva». El problema viene cuando una persona es incapaz de establecer vínculos afectivos con ninguna otra persona.



Para la obtención de una buena  autonomía emocional tenemos que trabajar para obtener las siguientes competencias:

»» Autoestima. Tener una imagen positiva de sí mismo, valorando de forma positiva las propias acciones.

»» Automotivación. Ser capaz de motivarse a sí mismo e implicarse emocionalmente en actividades diversas de la vida personal, social, profesional, de tiempo libre. La automotivación a veces es consecuencia de la autoestima.

»» Autoeficacia personal. Soy capaz, soy eficaz y tengo autoeficacia emocional, es decir, la capacidad de decidir el estado emocional en el que deseo estar, independientemente de la influencia de los estímulos negativos externos. La autoeficacia emocional significa que uno acepta su propia experiencia emocional y esta aceptación está de acuerdo con las creencias del individuo sobre lo que constituye un balance deseable entre conducta y emociones.

»» Responsabilidad. Se refiere a la capacidad para responder, de ser consecuente con nuestros actos, asumiendo la responsabilidad correspondiente en la toma de decisiones.

»» Análisis crítico de normas sociales. Capacidad para evaluar críticamente las reglas sociales y culturales establecidas. “Una persona es autónoma cuando es capaz de ponerse a sí misma sus propias normas; cuando no se rige por lo que le dicen, sino por un tipo de normas que cree que debería cumplir cualquier persona, le apetezca a él o a ella cumplirlas o no.” (Kant).

»» Actitud proactiva ante la vida. Ser capaz de tener una actitud activa, positiva y optimista de la vida.

»» Resiliencia. Es la capacidad que tienen una persona para afrontar y asumir con éxito las situaciones adversas que pueden presentarse. No se trata de una capacidad estática sino variable a través del tiempo y las circunstancias, siendo el resultado de la interacción entre factores de riesgo y la personalidad del ser humano.

Dentro de éste apartado, diversos estudios han demostrado que los atributos de la persona que constituyen la base de la resiliencia son:
Autoestima suficiente, es el fundamento de las demás características.
Introspección, es decir, la capacidad de preguntarse a sí mismo y darse una respuesta
honesta.
Independencia, que se define como la capacidad de mantener distancia emocional
y física sin caer en el aislamiento.
Capacidad de relacionarse, es decir, la habilidad para establecer relaciones afectivas
con otras personas.
Iniciativa, entendida como la capacidad de iniciar progresivamente tareas cada vez
más exigentes.
Humor, es decir, encontrar lo cómico en la propia tragedia, lo que permite evitar sentimientos negativos aunque sea transitoriamente, ayudando a soportar las situaciones adversas.
Creatividad.
Moralidad, entendida como la capacidad de comprometerse con valores.
• Pensamiento crítico, que permite analizar, entender y evaluar la adversidad.

'La meta de la educación es forjar individuos capaces de autonomía intelectual y moral, que respeten, con reciprocidad, la autonomía del prójimo.'
—Jean Piaget.

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